El Presidente Del Consejo Estudiantil Es Un Omega Bajifuyu
Aquella mañana Chifuyu estaba tan atareado con su trabajo en el consejo estudiantil como siempre. No era para menos, en esa semana se celebraría el Festival Escolar, por lo que debía revisar los detalles finales para asegurarse de que todo estuviera en orden.—Angry, tú encárgate de repartir estos volantes por la ciudad, por favor.— Le entregó un fardo de papeles que anunciaban el festival al beta, quien asintió y se fue a cumplir su tarea.—Smiley, tú coloca este cartel decorativo en la entrada de la escuela, por favor.— Le tendió al otro beta un cartel casi de su tamaño.De igual forma el chico lo tomó con un asentimiento y se retiró luego de despedirse.—Como siempre eres muy meticuloso con el festival, Yuyu.— Le dijo Takemichi, acercándose a él.—Sí.— Concordó el mayor. —Es la actividad más importante del curso, realmente quiero que sea tan exitosa como el año pasado. Gracias a eso logramos que más estudiantes optaran por esta preparatoria.— Dijo teniendo la convicción de que en esta ocasión obtendrían buenos resultados igualmente.—Bueno, en gran parte es gracias a ti también. Logramos el orden debido a que ayudas a todos a organizarse y repartir sus actividades.— Le contestó con una sonrisa.Chifuyu sonrió de vuelta pero negó. —Todos se esfuerzan mucho en lo que hacen, así que es gracias al trabajo de todos que tenemos éxito.—Takemichi asintió de acuerdo pues su amigo también tenía razón, aunque en el fondo él sabía que sin su liderazgo los resultados no serían los mismos. Siguieron hablando entre ellos y ultimando un par de detalles durante un rato.Por otro lado, un alto alfa teñido se acercaba a paso vacilante hacia la sala del consejo estudiantil. Desde el día que vio juntos a Chifuyu y a aquel otro alfa, la sensación de molestia y celos no lo habían dejado estar tranquilo. No conocía al pelinegro, pero era bastante obvio que él estaba tras Chifuyu, y no podía permitir eso. No había vuelto a la ciudad a reencontrarse con él por nada.Llegó por fin al lugar y se asomó primero y con disimulo por una de las ventanas, sin ser notado por nadie. Adentro, divisó al omega junto a otro pequeño rubio, hablando y sonriendo fraternalmente. Admiró por unos segundos la sonrisa en el rostro del omega mayor. Aquella que ensanchaba sus rosados labios y dejaba a la vista un lindo par de níveos dientes, así como las adorables arrugas que se formaban alrededor de sus ojos pardos. De su boca salió un suspiro cargado de nostalgia cuando varios recuerdos lo invadieron, mientras mantenía su vista fija en su amigo de la infancia, quien en ese entonces no se había teñido su pelo de rubio.—¡Ustedes! ¡Dejen en paz a Kazutora!— Un pequeño y adorable pelinegro de apenas siete años le gritó a un par de chicos frente a él, a sus espaldas y tirado en el suelo sollozando, se encontraba otro niño con algunos raspones en sus brazos—¿Qué pasa, Chifuyu? ¿Viniste a defender a este huérfano? —Los niños se rieron en forma de burla, para nada arrepentidos de sus acciones. —No pierdas el tiempo con él, es patético.——Los patéticos son ustedes que atacan sin razón y en desventaja a un chico inocente que solo estaba jugando tranquilo, aparte él no es huérfano.— Les respondió con notable molestia, sus pequeños puños cerrados y apretados a cada lado de su cuerpo. —¡Váyanse!——¿Y si no nos queremos ir qué?— Retó uno de los matones.Chifuyu se acercó a ellos con su entrecejo marcadamente fruncido, sus puños se mantenían cerrados y su barbilla levantada. Solo pocos centímetros de distancia los separaban y el pelinegro era más alto que ellos a pesar de tener la misma edad. —He dicho que se vayan.— Les dijo en tono grave y con su mirada oscurecida. Los otros se dedicaron iguales miradas de terror y se fueron para evitarse un problema que no acabaría bien para ellos.El pelinegro se volteó para volver con su amigo, quien aún seguía tirado en el piso, y le tendió su mano abierta para ayudarlo a levantarse. El contrario la tomó tembloroso, sacudiendo un poco su ropa y sus rodillas cuando estuvo de pie. —¿Estás bien?— Le preguntó algo preocupado fijándose en los moretones de sus extremidades.—Sí, estoy bien.— Secó sus lágrimas y sonrió ligeramente. —Gracias, Chifuyu Siempre vienes a ayudarme, y yo nunca puedo hacer nada por mí mismo.— Bajó su cabeza apenado.—No te preocupes.— Chifuyu tomó sus dos manos y las enlazó con las propias. —Eres mi amigo, así que te ayudaré siempre que lo necesites.—Kazutora se sintió conmovido con sus palabras, tanto que sus lágrimas casi vuelven a salirse, pero no lo hicieron, y en cambio su mirada cambió a una de determinación. —Yo cambiaré, me volveré mucho más fuerte sin importar que me convierta en alfa, beta u omega. Creceré muy grande. Y cuando eso pase, haré que Chifuyu sea mío. Estarás orgulloso de mí. Es una promesa.— Una carga de coraje y decisión se expandió por su antes temblorosa anatomía.—Sí, esfuérzate mucho.— Le animó el otro, y la hermosa sonrisa que le dedicó fue tan deslumbrante que incluso pensó que brillaba más que el sol del mediodía.Aquella sonrisa que ahora observaba después de años y que no había cambiado en nada. Seguía siendo tan reluciente como los rayos de aquel abrasador astro. El omega le había dicho que no recordaba, pero él nunca podría olvidarse de ese momento, por muy tonto que pudiera parecer. Él estaba decidido a cumplir esa promesa que había hecho mucho tiempo atrás. Tomó una profunda calada de aire que llenó sus pulmones para luego dejarlo salir por sus finos labios. Era ahora o nunca. Abrió la puerta siendo notado inmediatamente por los otros y Chifuyu en especial lo miró con curiosidad. —Kazutora, hola.— Lo saludó. —¿Pasa algo? Estás extrañamente demasiado serio.— —Chifuyu, ¿estás ocupado ahora?— Ignoró su pregunta. —Debo hablar contigo.— El mencionado negó, manteniéndose muy intrigado por el comportamiento del alfa. —Entonces vayamos afuera.— El rubio miró a Takemichi y le hizo un gesto con sus hombros como de que no entendía nada, pero siguió al alfa en su camino. Cuando estuvieron afuera completamente solos y en privacidad, el alfa volvió a respirar profundamente, siendo algo difícil para él solo abrir su boca y hablar. El omega se mantenía muy intrigado sin saber de qué se trataba todo aquello, pero no dijo nada y miró al contrario esperando a que este se animara a decir lo que quería. —Chifuyu, te quiero.— Dijo de repente sin seguir dándole más vueltas al asunto y con su vista fija en la contraria. —¿Qué es esto tan de repente?— Chifuyu rio un poco. —¿Por eso estabas tan serio? Me asustaste, bobo.— Le dio un pequeño golpecito en el pecho. —Yo también te quiero, somos amigos.— El alfa negó, manteniéndose serio.—No es eso a lo que me refiero. Déjame decirlo de nuevo.— Tomó aire nuevamente antes de proseguir. —Tu me gustas, Chifuyu.— El omega ladeó su cabeza no entendiendo muy bien a lo que se refería el más alto. —Me gustas, pero no como amigos, sino de la manera en la que un alfa puede amar a un omega.— Estaba algo avergonzado, pero no se detendría ahora, ya no podía.— Aunque creo que ya te amaba desde mucho antes, incluso cuando no sabía nada acerca de las jerarquías.—El otro se quedó mudo, sin saber qué decir o cómo reaccionar a la repentina confesión de aquel chico que conocía desde que eran solo unos niños ingenuos. —Me gustas, Chifuyu.— Las palabras sonaron parecidas pero a la vez totalmente diferente en la cabeza del omega, quien no pudo evitar rememorar a alguien más. —Y quiero cumplir mi promesa de la infancia. Quiero que seas mío, y poder protegerte como no lo hice en el pasado. ¿Qué me dices?— Tomó una de sus manos entre las suyas. El alfa lo miró expectante por su respuesta, sintiéndose más aliviado por lograr sacar de su pecho el peso de sus sentimientos tan puros. Sin embargo, el contrario parecía haberse quedado en blanco, boqueando como pez fuera del agua sin saber qué decirle a aquella persona que no dejaba de observarlo ansioso por una réplica suya. Él también quería a Kazutora, llevaban bastante tiempo sin verse, pero eso no cambiaba el hecho de que habían sido los mejores amigos, por lo que el cariño entre ellos nunca desapareció. Estaba muy feliz de haberlo visto volver, y de retomar su amistad. Pero solo era eso. Una amistad. Él no se sentía atraído hacia el otro de esa forma. No sentía su corazón latir con fuerza cerca de él, ni sus mejillas calentarse en el tono rojo que le avergonzaba tanto. No sentía a su lobo removerse con emoción o nerviosismo cuando le tenía cerca, o a su estómago agitarse en una mezcla de emociones. No como le pasaba con...bueno, en otras ocasiones. Se sintió mal por el chico frente a él, pues realmente no quería lastimarlo. —Kazutora, yo...yo no...——¡Yuyu!— Un chico de orbes azulados apareció algo agitado. —Oh, yo lamento interrumpir, es que debía decirte algo. Lo siento.— Rl rubio se lamentó sintiéndose repentinamente apenado de haber gritado sin más. —Take, ¿qué pasa?— Chifuyu liberó el agarre de su mano de la del alfa y observó al rubio con inquietud al verlo lucir algo exaltado. —Es Baji. Al parecer se desmayó y los miembros de su club tuvieron que cargarlo hasta la enfermería.— Dijo el más bajito con algo de angustia en su voz. Chifuyu sintió su pecho apretarse un poco cuando la preocupación empezó a apropiarse de él inevitablemente. ¿Aquel molesto alfa desmayado? No podía ser. Casi como si fuera una reacción natural comenzó a correr en dirección a la enfermería, pero algo lo hizo detenerse y mirar atrás por unos instantes. —¡Kazutora, lo siento!— Le gritó al alfa desde su lugar. —Luego seguiremos hablando.— Y dicho esto siguió su camino a paso apresurado. El alfa se quedó parado, mirando perplejo como se alejaba de él sin duda o vacilación alguna. La sensación de alivio y esperanza desapareció de su alma, y en su lugar volvió a instalarse el dolor de lo que antes desconocía, pero que ahora sabía que se trataba de un corazón roto.
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