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Recuerdos

Nuestro destino de viaje había sido Estados Unidos. Queríamos que ANueng pasara tiempo con su mamá y que ella pudiera terminar su carrera de Comunicación. Los primeros meses fueron maravillosos. Nos adaptamos rápidamente a la vida en el extranjero, y ANueng se inscribió en la universidad. Su mamá nos acogió con cariño, y pronto nos sentimos como en casa.

ANueng estaba muy concentrada en sus estudios. Durante esos años, vi cómo se esforzaba y trabajaba duro para lograr su objetivo. Al final de esos cuatro años, ANueng terminó su carrera con honores. Estaba increíblemente orgullosa de ella y de todo lo que había logrado. Sin embargo, durante los últimos meses de su carrera, noté que algo no estaba bien en nuestra relación.

ANueng comenzó a estar distante. Siempre estaba ocupada con su teléfono, y cada vez que le preguntaba quién era, se enojaba y evitaba darme una respuesta clara. Esto me preocupaba, y empezamos a tener discusiones más frecuentes.

Una noche, después de una discusión particularmente intensa, le pregunté directamente qué estaba pasando.

- "ANueng, siento que te estás alejando de mí. Siempre estás con el teléfono y te molestas cuando te pregunto con quién hablas. ¿Hay algo que no me estás diciendo?"

Ella me miró con una mezcla de frustración y tristeza.

- "Khun Nueng, no es lo que piensas. No hay nadie más. Es solo que... he estado muy estresada con la universidad y con todo lo que está pasando. A veces necesito espacio y tiempo para mí misma. No quiero que te sientas excluida, pero necesito que confíes en mí."

Sus palabras me tranquilizaron un poco, pero la distancia emocional que sentía aún estaba allí. Decidí darle el espacio que necesitaba y centrarme en apoyarla de la mejor manera posible.

Una noche, después de otra discusión, decidí salir de fiesta con algunos amigos de la universidad. Aunque no era raro que saliera, algo en mi comportamiento parecía preocupar a Khun Nueng. Me pidió que tuviera cuidado y que le avisara si necesitaba algo, pero no recibí bien su preocupación.

- "No soy una niña, Khun Nueng. Sé cuidarme sola," le dije con un tono molesto antes de salir.

La noche transcurrió rápidamente entre risas y copas, y terminé llegando a casa al amanecer, visiblemente borracha. Khun Nueng estaba esperándome, su rostro lleno de preocupación y enojo.

- "¿Dónde has estado? ¿Por qué no me avisaste?" me preguntó, intentando contener su ansiedad.

- "Solo salí a divertirme. No tienes que controlarme todo el tiempo," respondí con la voz arrastrada por el alcohol.

- "Esto no es solo diversión, ANueng. Estás borracha y ni siquiera pudiste enviarme un mensaje para decirme que estabas bien."

La discusión se intensificó rápidamente. Las palabras hirientes y la frustración acumulada salieron a la superficie.

- "No puedo seguir así, ANueng. No puedo seguir preocupándome cada vez que sales. Necesito saber que estás bien."

- "Tal vez el problema es que no confías en mí. Estoy harta de que siempre me vigiles y me controles."

Las palabras dolían, pero Khun Nueng sabía que la situación no podía continuar de esa manera. Finalmente, con lágrimas en los ojos, sugirió que necesitábamos un tiempo a solas para reflexionar sobre nuestra relación.

- "Quizás lo mejor sea darnos un tiempo," dijo, con la voz quebrada. "Necesitamos espacio para pensar en lo que realmente queremos."

Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí un nudo en la garganta.

- "No quiero que te vayas, Khun Nueng. Podemos superar esto juntas. No quiero perderte."

Pero Khun Nueng, con el rostro endurecido por la determinación, no cambió de opinión.

- "Lo siento, ANueng. Necesitamos este tiempo. No puedo seguir así," dijo mientras empezaba a empacar sus cosas.

Con el corazón apesadumbrado, vi cómo guardaba cada objeto en su maleta. No quería que se fuera, pero entendí que para ella esto era necesario.

- "Cuídate, ANueng. No importa lo que pase, siempre te amaré," dijo antes de salir de la casa.

No respondí, pero mis ojos reflejaban el dolor que ambas sentíamos. Cerró la puerta detrás de ella, dejándome sola y devastada.

Pasó un año desde aquel día. Sin Khun Nueng, mi vida se desmoronó. Me sumergí en los vicios, buscando una forma de llenar el vacío que dejó. Una tarde, recibí una llamada inesperada de un amigo de Khun Nueng.

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