Saldrias Con Chifuyu Bajifuyu
La confesión ya había pasado. Takemichi estaba en el suelo, sangrando, pero con una sonrisa de paz como si hubiera alcanzado el Nirvana. La sangre goteaba lentamente de su nariz, y sus manos temblaban mientras sostenía su cuaderno, ese cuaderno que sin querer había desencadenado todo el caos. Chifuyu, aun con los puños cerrados, respiraba agitadamente, pero ahora sus manos temblaban más por nervios que por furia. Y Baji... Baji seguía ahí, inmóvil, mirándolo como si acabara de presenciar la octava maravilla del mundo, con los ojos completamente abiertos y un brillo extraño que no había mostrado antes.Todo indicaba que el momento de calma había llegado. El aire parecía al fin respirar con ellos, como si los dioses también necesitaran un respiro.Pero, como era costumbre en ese grupo, la calma nunca dura demasiado.—Muy bien —dijo Haruchiyo, dando un fuerte golpe con las palmas de las manos como si cerrara una reunión ejecutiva—. Ahora que la confesión fue oficial, y considerando la magnitud pública de todo esto... es hora de casarlos simbólicamente.—¿¡QUÉ!? —gritaron Chifuyu y Baji al unísono, retrocediendo instintivamente como si les hubieran lanzado un cubo de agua fría—. ¡No, no, no, no! ¡Esto no puede estar pasando!—Lo escucharon bien —continuó Haruchiyo, sacando con solemnidad una flor plástica arrugada de su chaqueta con total seriedad—. Este es un evento social y emocionalmente irreversible. Ya tienen testigos, lágrimas, sangre... ¿qué más quieren? ¡Nos debemos a la narrativa!—¡Yo no me casé con nadie! —bramó Baji, agitando los brazos con desesperación—. Apenas y pude decirle que me gusta. ¡No hay que meter a la iglesia en esto! ¡Ni simbólicamente, ni de broma!—Demasiado tarde, Baji —intervino Koko, sacando el móvil y abriendo un documento con aire de experta—. Te acabas de confesar delante de doce testigos. Legalmente, eso ya cuenta como declaración de intenciones matrimoniales. Lo busqué en internet, y si bien no es un registro oficial, un blog dice que la presión social aquí hace el trabajo.—¿Así que un blog dice que esto ya es matrimonio? —preguntó Mitsuya con una sonrisa divertida, cruzándose de brazos—. Pues bueno, tendré que hacer de padrino, entonces.—¡Yo quiero ser el padrino! —añadió Hakkai, levantando la mano con entusiasmo como si estuviera en una clase—. Me preparo para lanzar el arroz y hacer la coreografía oficial.—¡Yo también! —dijo Takemichi desde el suelo, intentando incorporarse y alzando la mano con lágrimas y sangre en el rostro—. ¡Me sacrifiqué por esta pareja, merezco al menos lanzar arroz simbólico y unas palabras dignas de mi sufrimiento!—Ya está hecho —respondió Kazutora, sacando un paquete de arroz blanco de la chaqueta como si hubiera estado listo desde antes—. Siempre cargo uno por si acaso. Nunca sabes cuándo el caos se convierte en boda.—Esto se salió de control... —musitó Draken, masajeándose las sienes con la mirada perdida, mientras observaba el espectáculo.—¿Y cuándo estuvo bajo control, exactamente? —replicó Mitsuya con una media sonrisa de complicidad.Haruchiyo ya estaba listo para hacer de sacerdote. Subió a una banca de piedra, elevó los brazos y comenzó a hablar con una voz solemne, como si estuviera en una iglesia gótica del siglo XIII.—Hermanos y degenerados emocionales, ¡nos reunimos hoy para unir en caos y cariño a estos dos idiotas que tardaron más de una década en entender que se aman! ¡Baji Keisuke y Chifuyu Matsuno! —extendió una mano hacia ambos con teatralidad—. ¡Den un paso al frente!—¡NO! —gritaron ambos, intentando huir como si la banca fuera un altar del apocalipsis.—¡Mutto, detención nupcial! —ordenó Haruchiyo con autoridad.Mutto, serio como siempre, se puso en modo barrera humana y les bloqueó el paso con solo cruzar los brazos, firme e implacable.—Lo lamento. Es tradición ahora. Ya no hay escapatoria.—¡Yo quiero leer mis votos! —interrumpió Takemichi, desde el suelo, con el rostro ensangrentado, pero los ojos brillantes—. ¡Chifuyu, yo te declaro víctima eterna del amor estúpido! ¡Y Baji, tú eres un imbécil intenso con cara de perro bravo, pero con corazón de pollo asado! ¡Cuiden su caos, por favor!—Gracias, Takemichi, por esa misa sangrienta de amor —dijo Haruchiyo, fingiendo limpiarse una lágrima, provocando risas contenidas.Koko lanzó arroz al aire, mientras Kazutora robaba pétalos de un florero cercano y los esparcía con gesto despreocupado. Hakkai sacó globos que nadie preguntó de dónde había sacado, y Mitsuya ya tenía en sus manos dos anillos hechos de hilo dorado, probablemente tejidos mientras todos gritaban y armaban el show.—¿Y bien? ¿Se besan o qué? —gritó Inupi desde el fondo con impaciencia—. ¡No nos hagan perder tiempo! ¡Ya estamos invertidos, emocionalmente y sin poder escapar!Baji se giró lentamente hacia Chifuyu, con los ojos más grandes y brillantes que jamás le habían visto. Estaba completamente rojo, más rojo que los atardeceres de Shibuya y más rojo que el ramen picante nivel dios.—¿Tú... quieres...? —balbuceó, con la voz quebrada, casi como si pidiera permiso para respirar.Chifuyu lo miró, aun con la respiración agitada, los puños temblando, pero ya no de rabia.—Solo si prometes no volver a gritar que me vas a encerrar. —dijo con una media sonrisa, desviando la mirada tímidamente.—Lo prometo. Bueno, lo intentaré. Con todo mi corazón de cavernícola —respondió Baji, haciendo un gesto torpe con las manos.Se acercaron lentamente. Las voces del grupo se apagaron. El caos quedó en segundo plano por un instante de magia pura.Y cuando Baji finalmente besó a Chifuyu en la mejilla, rápido, torpe y tembloroso...El grupo estalló en aplausos y gritos con tal estruendo que por poco derriban el templo.—¡YA SON MARIDO Y MARIDO!
—¡CONSUMADO!
—¡WEEEEEE!
—¡MIS HIJOS DEL DESCONTROL!
—¡TAKEMICHI SANGRA POR ELLOS!Haruchiyo lanzó confeti que nadie sabe de dónde había sacado. Mikey, desde un costado, les tomó una selfie grupal con una sonrisa enorme. Mutto sonrió, lo cual causó más impacto que el beso mismo. Y Takemichi, entre lágrimas y sangre, se desmayó de nuevo, apretando su cuaderno contra el pecho con una expresión de felicidad absoluta.
—¡CONSUMADO!
—¡WEEEEEE!
—¡MIS HIJOS DEL DESCONTROL!
—¡TAKEMICHI SANGRA POR ELLOS!Haruchiyo lanzó confeti que nadie sabe de dónde había sacado. Mikey, desde un costado, les tomó una selfie grupal con una sonrisa enorme. Mutto sonrió, lo cual causó más impacto que el beso mismo. Y Takemichi, entre lágrimas y sangre, se desmayó de nuevo, apretando su cuaderno contra el pecho con una expresión de felicidad absoluta.
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